De un fragmento encontrado en un cuaderno.
Una hoja en blanco y un lápiz. Escribes sin saber realmente qué estás
anotando. Tal vez una vivencia, tal vez sólo un sueño. Tal vez un relato
ficticio surgido de tu imaginación.
Las gotas de lluvia golpean el cristal. Cloc, cloc. El segundero del reloj viaja incansablemente a través de la esfera.
Y con el lápiz en la mano vuelves a pensar. Tal vez no haya sido buena idea escribirlo.
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