lunes, 26 de diciembre de 2011

Nieve

Sucedáneos del hielo ténebre.
Azul de noche, negro de madrugada.
Nube caliza.
Nieve.
De blanco luto.

martes, 20 de diciembre de 2011

Noviembre

Silencio frío.
La nieve recorta el latido del viento,
murmullo de búhos pardos de invierno.
Vigilia onírica,
lúcido sueño.
Aúlla la paz guerrera en esta tristeza de cielo.
Sierpes glaciales
desnudos soplos de aliento.
Noviembre, enero eterno.










Imagen: Paisaje de invierno con iglesia, por Caspar David Friedrich.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Libro electrónico: la polémica está servida

Este año La casa del Libro y Fnac nos han sorprendido lanzando al mercado sus propios lectores electrónicos y, además, ya es posible comprar en Amazon España el famoso Kindle. No obstante, pese al gran auge que parece estar experimentando el libro electrónico hay muchos reacios a aceptar esta nueva forma de leer. Yo, como filóloga y amante de la lectura que soy, no puedo dejar de defender el libro tradicional en papel, pero sí que veo con buenos ojos el ebook. ¿Por qué? Son muchísimas y muy claras las ventajas que estos dispositivos poseen. El gran problema es la desinformación que existe y que padecen aquellos que no cesan de criticarlo como algo negativo. En primer lugar hay que decir que leer en un ereader NO es como leer en un PC, tablet o cualquier otro dispositivo por el estilo, pues gracias a la tecnología de la tinta electrónica leer en un ereader es casi como leer un libro de papel: no cansa la vista ni produce la fatiga típica que sufren algunas personas cuando están mucho tiempo delante de una pantalla.
Por otro lado, puesto que muchos poseen incorporados diccionarios (o permiten descargarlos), es más fácil acudir a él para consultar cualquier palabra dudosa que nos encontremos en la lectura, siendo así beneficioso para enriquecer el vocabulario. También una de las grandes ventajas que posee el ereader es que permite albergar miles y miles de libros, ya que sus memorias son ampliables mediante tarjetas SD, ofreciendo algunos además la posibilidad de organizarlos según distintos criterios.
Y por último pero no menos importante está el hecho de que es muchísimo más fácil tener cientos de libros de este modo simplemente descargándolos desde el ordenador (o desde el propio ereader), lo que fomenta la lectura y anima a leer a personas que habitualmente no lo hacen- esto resulta especialmente beneficioso para los jóvenes, tan acostumbrados a manejar aparatos electrónicos. Además, muchas tiendas ofertan clásicos de la literatura totalmente gratis. ¿Y qué mejor que ofrecer la oportunidad de leer el Quijote o la Regenta gratis?

En definitiva, el libro electrónico me parece un gran avance tecnológico que hay que aprovechar correctamente. Eso sí, sin dejar de lado el libro tradicional, por supuesto.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Primer Dramatis Personae y escena I de mi obra de teatro.

Esta obra dramática aún no tiene título. Esto es tan sólo un esbozo y puede cambiar, así como el número de los personajes, que aumentará conforme vaya escribiendo la obra.


DRAMATIS PERSONAE

Samuel Roderick
Elodia Bagatela
Fernanda Crespo
Marcelo Monteamargo
Felipe Santos


Año de 1899

Es noche cerrada. Se ve la fachada de una casa señorial iluminada levemente por una farola. En una ventana, una luz parpadea y se oye un murmullo casi inapreciable.
Se encuentran bajo la ventana Marcelo Monteamargo y Felipe Santos, concejal del ayuntamiento y  comerciante local, respectivamente.


Marcelo.- ¡Buenas horas son éstas, don Felipe!
Felipe.- Buenas las dé Dios. ¿Cómo tan tarde, compañero?
Marcelo.- Me abatía el insomnio, no quiere Morfeo asistirme esta noche… en otras palabras, que me era imposible dormir. Decidí salir a dar un paseo para refrescarme. Pero… veo que no soy el único que no puede conciliar el sueño (con el bastón, apunta hacia la ventana de donde procede la luz).
Felipe.- ¡Ah! ¡ah! No sé yo… (baja la voz para que sólo don Marcelo pueda oír lo que dice) y no es ésta la única noche. Dicen que se las pasa todas en vela, farfullando cosas sin sentido y pidiendo cafés y otras bebidas a su pobre esposa...
Marcelo.- ¡Acabáramos! Pero si… claro, siendo uno primo de un conde y teniendo la casa que tiene pues es normal que se aburra, que no quiera dormir, que haga este tipo de excentricidades sin sentido…
Felipe.- Pero calla, que puede oírnos (levanta la cabeza, temeroso). Se dice que está escribiendo una novela, que no lleva ni una página. Que está, en definitiva, frustrado.
Marcelo.- (Con asombro) ¿Roderick? ¿Escritor? ¡Pero quién le manda meterse en estos berenjenales a ese muchacho! Si lo tiene todo… la escritura es para los pobres de bolsillo pero ricos en imaginación; los ricos de verdad se sientan a leer lo que los otros escriben.  
Felipe.- Yo no sé más detalles. Si quieres, pregúntale tú, que te tratas con él de vez en cuando y en otro tiempo, antes de que se casara, fuiste muy amigo suyo. Y me voy, que se hace tarde.
Marcelo.- Pase usted una buena noche. Yo proseguiré mi paseo.

domingo, 4 de diciembre de 2011

La Regenta, la gran obra de Clarín

Hace una semana aproximadamente finalicé la lectura de esta novela de fines del siglo XIX, tras casi seis semanas de lectura intensa. Pese a que en un principio debido a su extensión podría parecer una obra aburrida y "pesada" (uno de esos libros que uno abandona nada más leer unas páginas), ocurre en realidad todo lo contrario. Como El Quijote, la Regenta es uno de esos libracos clásicos de la literatura española que en cuanto uno empieza a leer ya no puede dejarlo y que, de hecho, engancha cada vez más. En realidad, nunca ocurre apenas nada puesto que Clarín se limita a narrarnos la vida del ficticio pueblo asturiano de Vetusta, centrándose en la casa de Ana Ozores, sus preocupaciones, sus inquietudes y las pasiones que desata principalmente entre el don Juan de Vetusta, Álvaro Mesía y el magistral don Fermín de Pas.
Una visita al teatro el día de Todos los Santos, una comida en casa de los marqueses o el diario de Ana son motivos frecuentes de las páginas de esta novela.

Y es precisamente este realismo detallado el que nos impide despegarnos de las páginas de La Regenta. Esto unido, claro está, a la eficacia y la elegancia sencilla de la prosa de Clarín, que hace que la lectura sea deliciosa y se disfrute.
En definitiva, una obra que hay que leer sí o sí, sobre todo si se es amante de la literatura decimonónica en estado puro.
Una escena de la adaptación televisiva que realizó TVE a mediados de los años 90