DRAMATIS PERSONAE
Samuel Roderick
Elodia Bagatela
Fernanda Crespo
Marcelo Monteamargo
Felipe Santos
Año de 1899
Es noche cerrada. Se ve la fachada de una casa
señorial iluminada levemente por una farola. En una ventana, una luz parpadea y
se oye un murmullo casi inapreciable.
Se encuentran bajo la
ventana Marcelo Monteamargo y Felipe Santos, concejal del ayuntamiento y comerciante local, respectivamente.
Marcelo.- ¡Buenas horas son éstas, don Felipe!
Felipe.- Buenas las dé Dios. ¿Cómo tan tarde,
compañero?
Marcelo.- Me abatía el insomnio, no quiere Morfeo
asistirme esta noche… en otras palabras, que me era imposible dormir. Decidí
salir a dar un paseo para refrescarme. Pero… veo que no soy el único que no
puede conciliar el sueño (con el bastón,
apunta hacia la ventana de donde procede la luz).
Felipe.- ¡Ah! ¡ah! No sé yo… (baja la voz para que sólo don Marcelo pueda oír lo que dice) y no
es ésta la única noche. Dicen que se las pasa todas en vela, farfullando cosas
sin sentido y pidiendo cafés y otras bebidas a su pobre esposa...
Marcelo.- ¡Acabáramos! Pero si… claro, siendo uno
primo de un conde y teniendo la casa que tiene pues es normal que se aburra,
que no quiera dormir, que haga este tipo de excentricidades sin sentido…
Felipe.- Pero calla, que puede oírnos (levanta la cabeza, temeroso). Se dice
que está escribiendo una novela, que no lleva ni una página. Que está, en
definitiva, frustrado.
Marcelo.- (Con asombro) ¿Roderick? ¿Escritor? ¡Pero quién le manda
meterse en estos berenjenales a ese muchacho! Si lo tiene todo… la escritura es
para los pobres de bolsillo pero ricos en imaginación; los ricos de verdad se
sientan a leer lo que los otros escriben.
Felipe.- Yo no sé más detalles. Si quieres,
pregúntale tú, que te tratas con él de vez en cuando y en otro tiempo, antes de
que se casara, fuiste muy amigo suyo. Y me voy, que se hace tarde.
Marcelo.- Pase usted una buena noche. Yo proseguiré
mi paseo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario