jueves, 13 de noviembre de 2014

Hoy (título provisional)

Me he dado cuenta de que últimamente paso por una fase bastante negativa como poeta. No negativa en el sentido de no poder escribir (eso raras veces pasa) o de hacerlo como no me gusta, sino negativa en cuanto a emociones.
Siempre he sido muy pesimista. Hacer que yo vea la luz al final del túnel es casi más difícil que que te toque la lotería.
Y entre tanta ira, odio, tristeza y negatividad, me he dado cuenta también de que siempre hay una luz que brilla como una estrella diminuta. Esa luz está en uno mismo, no en las cosas que se viven. Y hay que descubrirla. Y entonces me percaté de que quizás yo no sea tan pesimista como siempre he pensado.
Así nace uno de los pocos poemas optimistas y esperanzadores que he escrito.


Hoy quiero quitarme la carcasa nihilista.
Hoy, por primera vez, quiero ver la luz.
Y quiero ser esperanza.
Y ya que el espacio no nos da tregua,
tendremos que implorar al tiempo que lo arregle,
que nos dé nuestras cosas,
que nos deje vivir
y soñar en las acacias.
Hoy no soy feliz pero lo intento.
E intentarlo es ya suficiente.
Porque las cosas en las que creo
nunca bastan por sí solas.
Hoy quiero gritarle al mundo
que estoy dispuesto a cambiar.
Que puedo seguir creyendo en mí
y en nadie más.
Y creo que hoy espacio y tiempo se confabulan
y me dan mi ensoñación.
Y hoy soy hipérbole de mí mismo.
Exagerado, flamígero y absurdo.
Hoy quiero volar y vuelo
más allá del universo infinito.
Porque hoy, por fin, soy esperanza,
soy optimismo, soy luz,
soy yo.

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